lunes, 24 de octubre de 2011

¿Cómo transformarse y liberarse del ego?


Estaba un maestro con sus discípulos. Uno de ellos creía que ya lo sabía todo en el camino del autoconocimiento y la meditación, y buscaba la forma de llamar la atención de sus compañeros, haciéndoles sentir que sabían menos que él. De repente, el maestro se acercó a la mesa y, mirando al alumno fijamente a sus ojos, comenzó a servirle una taza de té. El alumno se sentía muy orgulloso de que fuera a él a quien el maestro se dirigía. Rápidamente, la taza de té se llenó hasta que comenzó a derramase. Inmediatamente, el discípulo, por reflejo, quitó la taza al ver que el maestro continuaba vertiendo el té sin importarle que la taza ya estuviera llena.
El maestro continuó, tranquilo e imperturbable, derramando el té encima del plato y del mantel, hasta que el líquido cayó en el hábito del alumno. Este, totalmente asombrado, se levantó del puesto y le preguntó a su maestro: “Maestro, ¿no se da cuenta de lo que está haciendo? ¡De cuál consciencia es de la que usted habla?”. Y el maestro, sonriente, le contestó: “Mi querido discípulo, al igual que esta taza de té esta tu mente. Si no la desocupas de todos esos prejuicios, condicionamientos, sistemas de creencias, egos y apegos, todo lo que yo te dé de nada te servirá, porque se derramará y no cumplirá su propósito original. Por eso, hoy tienes que despertar de tu inconsciencia, abrir tu mente y desocuparla de las ideas preconcebidas con las que has vivido toda tu vida y con las que has llegado hasta aquí. Sólo así podrás recibir mis enseñanzas y encontrarás la sabiduría que necesitas para realizar tu verdadera transformación y liberarte de las garras del ego”.   

LA VIDA ES BUENA

La vida no es justa,
Pero de todas maneras es buena.

La gorra  siempre regresaba, más desteñida, pero más fuerte que nunca.
Frank inició el ritual.
Yo había pasado por mi primera quimioterapia y no me podía imaginar calva. Poco después, vi a un hombre usando una gorra de béisbol con las siguientes palabras inscritas: LA VIDA ES BUENA.
La vida no se sentía buena en mí, y estaba por sentirse peor, así que le pregunté al hombre dónde había conseguido su gorra. Dos días más tarde, Frank  atravesó la ciudad y se detuvo en mi casa para darme una. Frank es un hombre mágico, pintor de casas, de edificio, él vive de acuerdo a una sencilla palabra: PUEDO.
La palabra le recuerda tener gratitud por todo. Envés de decir, “Tengo que ir hoy al trabajo”, Frank se dice a sí mismo, “Puedo ir hoy al trabajo”. En vez de decir, “Tengo que ir a la tienda”, él puede ir. En vez de decir, “Tengo que llevar a los niños a su entrenamiento de béisbol”, lo puede hacer. Funciona para todo.
La gorra en alguien más que no fuera Frank quizá carecería del mismo poder. Era azul marino  con un parche ovalado que anunciaba su mensaje en letras blancas.     
Y la vida fue buena, aunque mi cabello cayó, mi cuerpo se debilitó y mis cejas desaparecieron. En lugar de ponerme una peluca, usé esa gorra como mi respuesta al cáncer, como mi cartelera ante el mundo. La gente experimentaba una morbosa fascinación al ver a una mujer calva; cuando husmeaban, recibían el mensaje. 
Gradualmente, fui mejorando, mi cabello volvió a crecer y guardé la gorra hasta que a una amiga le dio cáncer y preguntó por ella. Quería una. Al principio, no deseaba desprenderme de la mía, era como mi chupón, la cobijita que me daba seguridad, pero debía dársela; si no lo hacía, la suerte podría terminarse. Ella hizo la promesa de mejorar y cederle la gorra a otra mujer. En su lugar, ella me la regresó para que yo se la diera a otra sobreviviente.
La llamamos Gorra de la Quimio.
No sé cuantas mujeres la hayan usado en estos últimos once años, he perdido la cuenta. Tantas amigas han sido diagnosticadas con cáncer de mama: Arlene, Joy, Cheryl, Kaye, Sheila, Joan, Sandy. Mujer tras mujer la fueron pasando.
Cuando la gorra regresó a mí, siempre parecía más cansada y gastada, pero cada mujer tenía una nueva chispa en sus ojos. Todas las mujeres que usaron la Gorra de la Quimio  están llenas de vitalidad.
El año pasado se la di a un amigo y compañero de trabajo, Patrick. A él le habían diagnosticado cáncer de colon a los 37 años. Patrick recibió la gorra, aunque yo no estaba segura de que pudiera hacerle frente a ningún  tipo de cáncer. Le contó a su mamá sobre la gorra., cómo él era ahora un eslabón en esta cadena de supervivencia. Ella encontró la compañía Life is Good, Inc., que fabricaba las gorras y otros productos con el lema. Llamó a la compañía para contar la historia y pedir una caja completa de cachuchas.
La señora se las envío a los amigos y parientes más cercanos de Patrick, quienes se tomaron fotos usándola. En su refrigerador, él puso las fotos de amigos de la universidad y sus hijos y perros con la gorra de LA VIDA ES BUENA.
Mientras tanto, las personas de Life is Good, Inc., se sintieron conmovidos por el relato de la mamá  de Patrick, y debido a ello hicieron una junta de personal y retaron a sus empleados, “en el espíritu de la gorra viajera y de la suerte”, a pasar sus gorras a alguien que necesitara apoyo. La compañía envío a Patrick una foto de los 175 empleados con la gorra puesta.
Patrick terminó la quimioterapia y está bien. Tuvo tanta suerte; jamás perdió su cabello, sólo se le hizo más delgado. Jamás tuvo que ponerse la gorra, pero esta tuvo el poder de conmoverlo. Él la mantuvo en una mesa junto a las escaleras donde pudiera ver el mensaje cada día.
Resulta que no era la gorra, sino el mensaje lo que nos hizo seguir adelante a todos, lo que todavía nos hace seguir adelante.
LA VIDA ES BUENA
TRANSMITE EL MENSAJE.
Regina Brett